Este 15 de enero, los poblanos nos enteramos, desde días previos por la publicidad desplegada en todo el Estado, de la presentación, o mejor dicho lectura del V Informe de Gobierno del ejecutivo del Estado, Rafael Moreno Valle, obligación que se encuentra establecida en la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Puebla y que se realiza en dos fases: la primera en su entrega formal ante los diputados en el Congreso local, donde los líderes de las fracciones parlamentarias con representación en dicho órgano, fijan su postura, lo que resulta más bien un acto injustificado, ya que cómo pueden fijar una posición respecto a un documento cuya glosa y análisis, se lleva a cabo semanas después;
En fin, la idea es que se aparente ante los ciudadanos que en un “ejercicio democrático”, nuestros “representantes” se ocupan de mencionar aquellas cosas que consideran buenas o malas del trabajo de la administración gubernamental, donde para variar la mayoría de los líderes cuyos partidos hacen mayoría, se dedican a ensalzar los logros y a afirmar, que ésta ha sido y es la mejor administración desde hace 18 años; la idea, al final, es cobijar al gobernador rindiéndole pleitesía a su conveniencia.
Bien harían las señoras y señores diputados en agradecerle el “bono mensual” que reciben para apoyar su supuesta gestión social y que les ha representado un ingreso promedio de más de un millón de pesos anuales, fuera de dieta y demás beneficios de que gozan como legisladores.
La presentación del Informe, como acostumbran nuestros políticos y funcionarios, se creó como la forma favorita de alardear, que lo convierten en el ritual sagrado de su labor y el formato se diseña específicamente para mostrar “las grandes obras” y programas que se realizaron en el año previo, con frases como: “rebasamos las metas propuestas”, “se cumplieron los compromisos que hicimos en campaña”, “los resultados están ahí, en hechos, no palabras”, “vamos por más”, etc.
Todo el documento en sí, es una suma de todo aquello que se considera deberá convencer a los poblanos, que no se equivocaron al votar por este gobierno, que si tan buena ha sido la labor del actual grupo en el poder, lo mejor que pueden hacer los poblanos es votar por la continuidad.
Pero en el balance: ¿quiénes de los ciudadanos del Estado están convencidos de que ese mundo que nos reseña el informe, corresponde a un mundo feliz y una Puebla transformada?
Obviamente lo son, los funcionarios de la administración y los empresarios tanto de la entidad, como de otros Estados del país, que se han visto beneficiados con los recursos recibidos de parte del gobierno mediante concesiones, contratos, obras, puestos, asesorías y en general están de plácemes por su inmejorable posición y no tienen duda en reconocer la gran labor de la administración, es decir, el informe les muestra a un Estado que ha sido pródigo en beneficios para sus intereses personales.
Pero al mismo tiempo, me pregunto: ¿Cómo valoran el informe los ciudadanos comunes y corrientes, que cada día deben buscar el sustento mediante su trabajo, ya sea en el campo o en los Pueblos? ¿Cómo valoran el informe los más de 200 presos políticos que pasan sus días en una cárcel, víctimas de la injusticia? ¿Qué piensan los más de 10 mil burócratas despedidos injustificadamente, en estos cinco años, sin derecho a una liquidación o por lo menos a que se les permita tramitar sus juicios laborales? ¿Qué opinan los ciudadanos que han sido víctimas de los cobros arbitrarios y cortes del servicio de Concesiones Integrales que administra el agua en Puebla capital y Municipios conurbados? ¿Cómo califican el V Informe los poblanos, cuyas propiedades han sido expropiadas o sufrido pérdidas económicas en sus negocios por las grandes obras, sin derecho a una justa indemnización? ¿Qué esperan aquellas personas que han sido víctimas de violaciones a sus derechos humanos de ellos o sus familiares?
Esa es la otra Puebla, que no se incluye en el V Informe, pero que día a día los ciudadanos viven y que les produce el desencanto y desazón y que tal parece no importarle a nadie.